Sunday, February 04, 2007

A la mujer de las alas tristes.

Es por vos que estas letras se entrelazan, mujer de alas rotas y tristes,
no te arranques la piel a pedacitos, no dejes de dormir sobre tu cama,
haz cada escrito mío vuestra almohada, para que no dejes de pensarme.

Nunca sonó más triste una tonada sin sonar, ni mas tríste
una guitarra y un piano sin tocar, porque esta ausencia
donde no te encontraba, no dejaba lugar a la ternura, no sólo
te doy un abrazo, te doy mis brazos completos por más que estén
de vos alejados.

Escucha tu voz al leerme y no me digas que todo está perdido,
que una mujer de lucha y guerra como vos no puede derrumbarse,
porque si vuestra noche es más negra y profunda que la mía.

Entonces acaso podemos acompañarnos en la sombra y esperar
a que llegue el día en que no sólo nos conecten los versos y las letras,
pero hasta que ese buen día llegue a nosotros o lleguemos a él,
debemos seguir en pie de lucha, porque juntos no podemos perder.

Mientras no escribo...



Lo que pasa mientras no escribo, es lo que intento de uno u otro modo queriendo vivir, esculpo algunas cosas, es la vida misma que me llama a entretenerme en otras cosas, en otros pensamientos que me alejen un poco de estar razonándolo todo. Juego, mientras no escribo juego constantemente a no dejar de ser un niño, con todo y la edad que tengo. Intento sorprenderme día tras día nuevamente de algo muy sencillo, mientras planeo nuevas formas de hacerle el amor a algo más que la almohada.

Cuando no escribo pienso, y existo de otro modo muy distinto que no alcanzan lamentablemente a plasmar mis parcas letras, sueño un poco y me despierto a menudo mascando nuevas ideas. Leo entre líneas textos inconclusos con ideas que no termino por aterrizar del todo, pero siempre desde hace algún buen tiempo, miro sólo hacia adelante. Me he propuesto firmemente el hacer algunas cosas que a la vista parecen complicadas, no dejar de tener siempre algunas cosas más pendientes para cuando no tenga en qué ocuparme.

Siempre miro a la distancia, escucho voces de quienes ya se han ido, les rindo tributo a mi modo y me esmero en no olvidar las cosas importantes, pero estoy hecho un rollo de asuntos sin terminar. Mientras no escribo me dedico un poco a la contemplación, a la experimantación activa de cuanto se me ocurre o miro simplemente. Noto cómo crece el largo de mis uñas y mi cabello, pasan los días y definitivamente no me hago más joven, y sin embargo, no dejo de reconocer, que no asimilo la edad que cargo encima, será por eso que siento dentro mío una extraña sensación de cosas inconclusas, pero creo firmemente que no me he alejado del camino, y entonces después de agradecer las cosas que tengo y las que no, de nuevo me pongo a escribir.

¿Qué es más fuerte que el amor?

-Hola amor… Buenas noches, no te levantes. – Dijo ella, entre susurros en medio de la noche oscura, que cómplice la protegía.
-Pero, ¿qué haces aquí? Se supone que no deberías, estás comprometida. - Respondí mientras me incorporaba en la cama, asombrado de verle después de tanto tiempo.
-Shhh, calla. Déjame explicarte por favor. –Dijo, mientras me colocaba un dedo en los labios para que no levantara la voz.
-Está bien, guardaré silencio para que no nos escuchen. Mi Madre y hermanas duermen en las habitaciones de al lado.
-Lo sé, no quiero molestarles, sólo he venido a despedirme y pedirte un favor…
-¿Cómo que a despedirte, de nuevo? ¿Después de todo lo que he pasado? ¿Vienes a estas horas de la maldita noche o madrugada, sólo a despedirte de nuevo? –Dije algo exaltado.
-Perdona si tardé tanto amor, no he podido venir antes, y aunque sé que ha pasado mucho tiempo ya, no pude irme del todo, necesitaba verte, y pedirte perdón. No fue algo que yo decidiera…
-¿No? ¿Entonces de quien fue la decisión de que te fueras y me dejaras como un idiota, eh? ¿Fue idea de tu padre acaso? ¿Fue cosa de tu madre verdad?
-Las cosas no son así pequeño, déjame explicarte a qué he venido, por favor no te molestes; he sabido que sufres por mi causa y ausencia, te he visto muy triste.
-¿Y hasta ahora vienes y me lo dices? Como si no lo supiera… ¡Han sido años! Ni siquiera meses, sino años de espera, en que he desgastado tus cartas, las que me dabas cuando me amabas, cuando decías me querías, que nada nos separaría, que no importaba lo que fuera, que siempre estaríamos juntos…. ¿Qué, ya no te acuerdas? –Pregunté lleno de rabia y coraje contenidos después de tanto insomnio.
-Lo sé y lo recuerdo, cada día amor, no seas así conmigo, permíteme explicarte, por favor, sólo un poco.-Dijo mientras una lágrima rodaba por su mejilla y se reposaba en la comisura de sus labios, como esperando a que yo la tomara… Pero cuando extendí mi mano hacia ella, se hizo hacia atrás, impidiendo la alcanzara.
-¿Ahora ni siquiera puedo tocarte? ¿Es eso a lo que vienes?
-No seas tonto, no llores. Yo soy la que más ha sufrido por esto créeme…
-No se trata de quién sufre más pequeña, no es por eso; es solo que… estar sin ti ha sido muy duro, no sé para quien de los dos duele más, pero tenía tantos sueños a tu lado, que no sé cómo he soportado tu ausencia.
-Has sido fuerte, lo sé bebé, en realidad he podido ver cuanto me amas, nunca lo dudé, ahora me he dado cuenta de todo, pero es demasiado tarde ya…
-Nunca es demasiado tarde, tú me amas, ¿no? Yo te amo, ¿qué es más fuerte que el amor? ¿Qué nos impide estar juntos ahora entonces? O ¿es cierto lo de tu compromiso?
-No es así de simple, es verdad estuve comprometida por culpa de mi madre que no te quería para mí, mi padre no tuvo que ver nada en eso…
-Lo sé, es un buen tipo el viejo, dale mis saludos.
-Espera y déjame hablar, mi matrimonio ha sido disuelto, pero eso no es todo.
-Entonces... ¿A qué esperas para casarnos? He juntado algo de dinero, he trabajado duro para no pensarte, para no extrañarte tanto ocupando la cabeza en otras cosas que no me recordaran tanto a ti, pero fue imposible. ¡No te vayas!-Dije ansioso mientras ella se ponía de pie junto a mi cama, caminando poco a poco hacia atrás sin dejar de verme.
-Es demasiado tarde para nosotros, sólo quiero pedirte que dejes de amarme, hay mujeres mejores que yo, ya encontrarás alguna, pero por favor, perdóname; se ha terminado el tiempo…
-No me hagas esto, ¡Explícame! ¡No me dejes solo de nuevo, no lo soportaré, te amo demasiado! ¿Cómo me pides que ame a otra si estás tú?
-Yo ya no estoy para ti, ni para nadie. Ahora debo partir, fue bueno verte una vez más, aunque sea la última valió la pena…Te amo, pero debes seguir con tu vida, ya no estés triste, amor. Te hice una carta para explicarte, está con mi Nana… Debo irme. - Y dando media vuelta salió por la ventana mientras yo por intentar ponerme un pantalón caí al suelo mientras ella se marchaba.
-¡No de de nuevo, no me dejes! ¡Yo para qué quiero una maldita carta! ¡Espera! -Grité desde el piso donde me quedé llorando.

No sé porqué no la seguí, me callé de pronto al escuchar mis propios gritos, mientras mi hermana tocaba a la puerta de mi habitación.

-¿Estas bien? ¿Con quién hablas, te has caído?
-Sí estoy bien, sólo ha sido una pesadilla, descuida, ya duérmete. Estaba soñando, gracias.
-A ver si ya no cenas tanto ¿eh? Me has espantado, tonto. Hasta mañana, intenta descansar, vas a despertar a mi madre.
-Descuida que ya me duermo. Igualmente, gracias. Buenas noches.
-Buenas noches.

A la mañana siguiente sin haber podido conciliar el sueño me dispuse a aclarar las cosas de una buena vez y por todas, y salí a primera hora rumbo a su casa, decidido a pedirle que se casara conmigo, no iba a dejarla escapar otra vez. De nuevo… Cuando llegué a su casa me abrió la puerta su nana, que amable y triste a la vez me invitó a pasar.

-Adelante joven pásele, ¿qué milagro que nos visita? Pensé se había ido a trabajar a otro lado…
-No Nana, no ha sido eso, estaba un poco ocupado, pero he vuelto ya, ¿se encuentra ella en casa?
-¿Cómo joven? No lo sabe ¿verdad?
-¿Qué se ha casado ya? ¿Por eso vino? –Dije alarmado entrando a la casa.
-¿Qué? No joven, ella no podía casarse con el otro joven, le amaba usted demasiado, si lo sabré yo… aunque la necia de su madre la obligara.
-¿Dónde está? Necesito encontrarla Nana, no la esconda, por lo que más quiera dígame donde está…
-Ay joven, ¿cómo voy a esconderla de usted? Si sé que la ama, pero debimos haberle avisado hace mucho, pero yo no podía salir de casa, perdóneme joven…
-¿Por qué Nana? A dónde se la han llevado, a dónde se ha ido, ¡Dígame para ir a buscarla, por favor, se lo suplico!
-No sabe cómo lo lamento joven. La niña murió hace meses… Cuando su padre no la apoyó contra su madre, decidió quitarse la vida antes de estar con otro que no fuera usted, no aguantó mucho su forzado matrimonio. Dejó una carta donde lo dijo, aquí la tiene, me pidió que se la diera en la mano sólo a usted, ¡mire! tiene la fecha de hoy…