(Hablando de sabiduría y enseñanza…)
-¿Cómo he de ser sabio?
El maestro le responde:
-¿Saber pretendes? Franca está la senda: perfecciona tu ser, y serás sabio, pero si quieres parecer sabio, trabaja para serlo. Para ser, primero hay que parecer, después podrás demostrarlo.
Sigue el maestro en la meditación mientras el alumno lo sigue pensando, al cabo de un rato vuelve a preguntar:
-¿Cómo sabré si he llegado a ser sabio?
A lo que el maestro alude:
-El hombre sabio será juzgado no por lo que haya sabido, sino por lo que haya obrado y por sus obras merecido. Estudia no para saber algo más sino para saber algo mejor. Aprende la frase "no sé", pues si dices "no sé", te enseñarán hasta que sepas, pero si dices "yo sé" te preguntarán hasta que no sepas. Nunca pienses que has dejado de aprender, ni asegures que eres sabio ya, porque entonces dejarás de serlo.
-¿Cómo reconocer o juzgar a un sabio como usted sin saberlo por alguien más?
Un sabio reconoce a un ignorante, porque él ha sido ignorante; pero un ignorante no puede juzgar de un sabio, porque él no lo ha sido nunca.
-¿Cómo sé si soy sabio ya, y estoy listo para afirmarlo?
-El sabio se acuerda de lo pasado, goza de lo presente y precave lo futuro. Los sabios viven ignorados y los tontos por el mundo figuran; las pajas flotan en el agua y las perlas van al fondo, pero… Los sabios son los que buscan la sabiduría; los necios piensan ya haberla encontrado. Has de ser más sabio que los demás, si puedes; pero no lo digas. De todas las cualidades del alma, la más eminente es la sabiduría, la más útil la prudencia, recuerda que la manzana roja llama a las pedradas y siempre han los prudentes prevalecido sobre los audaces o los presumidos.
-¿Cómo puedo enseñar a los menos sabios que yo?
-Es preciso ser sabio para enseñar la ciencia a los hombres y todavía más para hacérsela comprender a los niños. Saber y saberlo demostrar, es saber dos veces, enseñar va por triplicado porque la enseñanza es un noble empeño que tiene por objeto ilustrar a los hombres para hacerlos mejores y más dichosos, sólo cuando sepas podrás enseñar, no enseñes a los niños jamás nada de lo cual no estés absolutamente seguro, es mejor que ignoren mil verdades que meter en su corazón una sola mentira. La enseñanza mejora a los buenos pero también hace bien a los malos, de ellos depende el cómo utilizar lo que han aprendido.
-Pregunto demasiado Maestro, ¿soy indiscreto o menos sabio por ello?
-Quien más sabe, más duda. Las preguntas no son nunca indiscretas, algunas veces lo son las respuestas, por ello a todo el mundo le gusta que le hagan preguntas y a todo el mundo le agrada contestar a las preguntas, pero debes dejar de preguntar cuando quieras dejar de aprender.
-Gracias Maestro, seguiré intentando alcanzar un día sus pasos para no ser tan débil, ignorante o mediocre.
-Vamos compañero, los mediocres se dejan desanimar por los obstáculos; los fuertes, no. Morir es para ellos una probabilidad, pero vencer es una certeza, y tú no perteneces a ellos desde el momento en que estás aquí, conversando, intentando aprender un poco más. Ya mañana podremos seguir conversando, trata de aplicar lo que hemos dicho hoy, así no lo olvidarás para mañana.
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