Estoy, inmerso entre las hojas marchitas de tu bosque,
escondido del mundo en espera de tus compañías,
aquellas que me muestran el mundo tal y como no es,
pero con eso me conformo completamente como ser humano.
De nuevo, aunque no tengo nada sigo caminando y espero,
espero muchas cosas que nadie se imagina, porque nadie se imagina tanto,
pero eso no importa, tengo con imaginarnos juntos y eso,
eso nunca sabe a demasiado, pero es suficiente para mí.
Nuevamente me cobijo con tus brazos, que me aprietan,
y me piden que te cargue, y me abrazan de repente sin pedirlo yo,
porque así somos, porque así nos ha hecho esta vida solitaria,
siempre dispuestos a dar lo que los demás no piden, y a no dar
lo que los demás esperan de nosotros, hasta que es demasiado tarde.
Una vez más te dejo vulnerada, evidente ante los ojos del mundo
que desafortunadamente para ellos no te conoce (n), y te dejo aquí,
plasmada por un efímeto instante del recuerdo,
presente ante los ojos que no saben mirarte,
mujer de hojas de bosque en otoño.
Siempre mujer de bosque y selva explorados por mis manos atrevidas,
que te encuentran tras las hojas de un libro, pidiédome más
y más de mi pobre cariño, que sin embargo es todo para tí,
una vez más como casi siempre a partir, antes y después de mí.
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